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Fui al gran médico y le conté mi caso.
-¿Por qué llevas muletas?, me preguntó.
- Por que estoy tullido, le respondí.
- No es extraño, me dijo el gran médico, prueba a caminar sin muletas. Son esos trastos los que te impiden caminar. Deja esas muletas aunque tengas que caminar a cuatro patas.
Y antes de que pudiera reaccionar, el gran médico, riendo como un monstruo, arrancó las muletas de mis manos, y las rompió en mis espaldas. Y sin dejar de reír las arrojó al fuego.
Ahora estoy curado. Camino con normalidad. Me curó una carcajada y una voz que me dijo que tenía que romper mis muletas. Es verdad que tan sólo a veces, cuando veo en mi camino palos o algo que se asemeje a mis muletas, camino peor durante unas horas. Pero estoy contento a pesar de todo: he aprendido que en la vida lo importante es romper tus muletas y ayudar a que otros también rompan las suyas.
Y tú ya rompiste tus muletas?
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